Viajar a bordo del Tren Maya será como un safari sobre rieles por la impresionante biodiversidad de México. Un recorrido de ensueño bordeando selvas, humedales y reservas de la biosfera que permitirá avistar flora y fauna emblemática del sureste mexicano.
Desde majestuosos jaguares, hasta coloridos tucanes y brillantes mariposas, el moderno convoy ferroviario será como una máquina del tiempo que traslade a los pasajeros a un México antiguo y salvaje que persiste prístino a pesar de la mancha urbana circundante.
Un viaje de rediscubrimiento natural que muestra la belleza intrínseca del territorio mexicano más allá de sus playas o sitios arqueológicos.
El Turitren será también vitrina viviente para que propios y extraños valoren y se maravillen de la gran riqueza biológica que yace en estas tierras y urge proteger.
Especies Bandera
Uno de los principales atractivos biológicos que los viajeros del Tren Maya tendrán oportunidad de avistar son mamíferos carismáticos y en peligro de extinción que por fortuna aún habitan en la región como el jaguar, el tapir, el pecarí de labios blancos y varias especies de monos.
No en vano, el trazo del tren transcurre cerca o dentro de importantes áreas naturales protegidas como la Reserva de la Biosfera de Calakmul y la Reserva de la Biosfera Sian Ka'an, conocidos refugios para estas especies bandera tan importantes para control de plagas y conservación de los ecosistemas.
En particular, los amantes de los felinos tienen buenas probabilidades de observar al tímido pero imponente jaguar tomar el sol cerca de las vías, especialmente en los extensos trechos selváticos del Sureste. Con algo de fortuna igual podrían divisar una madre jaguar cuidando celosamente a sus cachorros.
Otro hito que los biólogos a bordo del Turitren desearán presenciar es el peculiar pecarí de labios blancos, una especie endémica de la Península de Yucatán y en estado vulnerable según la norma 059 de la Secretaría de Medio Ambiente. Una vista garantizada de estos divertidos animales sería toda una hazaña.
Aves Tropicales
Pero más allá de imponentes felinos y mamíferos exoticos, la mayor riqueza biológica observable para los viajeros del Tren Maya estará sin duda en las cientos de especies de aves que habitan en el sureste mexicano.
Flamencos rosados, pelícanos cafés, tucanes multicolor y hasta las casi extintas guacamayas rojas son solo algunas de la avifauna que deleitará a los aficionados. Un paraíso ornitólogico único en el mundo para el deleite de fotógrafos profesionales y aficionados por igual.
Al cruzar por humedales costeros como Río Lagartos o Celestún será casi seguro detectar garzas, gaviotas, fragatas magnificas y otras aves playeras en su hábitat natural. Mientras que adentrándose en manglares como los de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos podrán hasta escucharse los graznidos de los coléricos pelícanos al acecho.
La paciencia de los observadores de aves sin duda se verá recompensada, en especial al pasar por áreas selváticas donde el tren tendrá que reducir velocidad. Los vivos colores y singulares picos de los tucanes entre el follaje serán reconfortantes para la vista cansada.
Y con muchísima suerte, al internarse el Turitren por zonas cercanas a la Reserva de la Biosfera de Calakmul, existe una leve posibilidad de un mítico encuentro con la esquiva guacamaya roja, el ave más imponente de Mesoamérica, que poco a poco regresa a reinar los cielos sureños.
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La Selva Lacandona
Uno de los ecosistemas más extraordinarios que el Tren Maya atravesará en su ruta sureña es la Selva Lacandona de Chiapas, el bosque tropical más grande de Norteamérica y una de las áreas de mayor biodiversidad en el planeta.
Un verdadero paraíso biológico amenazado donde los pasajeros del tren podrán observar miles de especies de plantas, cientos de aves y decenas de mamíferos conviviendo en una intensa trama de vida silvestre.
Aquí, los observadores tendrán oportunidad única de ver en vivo el majestuoso quetzal resplandeciente, ave sagrada de los mayas cuyas largas colas han sido inspiración de leyendas. También podrán escucharse los característicos aullidos del mono aullador o los graznidos del pavo ocelado entre las copas de los árboles.
La experiencia más estimulante sin embargo será la de sumergirse kilómetros y kilómetros en la espesa vegetación selvática casi sin ver el sol. Una muestra vívida de la exhuberancia tropical que domina el trópico mexicano, amenazada pero aún vigente.
Los viajeros más observadores podrían igual tener suerte de ver timidos jaguares tomando el sol, enormes iguanas verdes trepando troncos o incluso alguna serpiente venenosa como la temible nauyaca atravesando las vías, recordando que este fascinante mundo salvaje fue el hábitat que originó la civilización maya.
Cuidando el Equilibrio Ecológico
Si bien el paso del Tren Maya por ecosistemas tan frágiles genera preocupación por parte de conservacionistas, si el proyecto logra ejecutarse minimizando afectaciones mediante modernas técnicas de construcción sustentable, el potencial del tren para educar sobre la importancia de preservar la naturaleza podría ser invaluable.
Convertirse en vehículo de consciencia ecológica que incentive a miles de turistas y mexicanos a valorar y contribuir activamente al cuidado ambiental. Difundir belleza para generar empatía y acción conservacionista.
Promover programas para reforestar áreas deterioradas, proteger habitats críticos para especies amenazadas e involucrar activamente a las comunidades locales son acciones con las que el Tren Maya podría mitigar su propia huella ambiental y convertirse en motor de sustentabilidad.
El reto no es menor, se requerirá visión y compromiso para que el Turitren no fragilice aún más los frágiles equilibrios naturales que sostienen la inmensa biodiversidad por la cual la región sureste es mundialmente famosa. Pero si logra ejecutarse con responsabilidad y altura de miras, el potencial transformador es infinito.
En última instancia, el Tren Maya debe trascender su propia obra civil para erigirse como guardián ecologico de los tesoros biológicos de México ante el mundo. Un ride tour que genere conciencia y acciones conservacionistas reales. Que reproduzca belleza para incubar bienestar ambiental colectivo.